miércoles, 21 de mayo de 2008

CELMIRA DORRONSORO

CELMIRA DORRONSORO
BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE


“Buenas noches, y buena suerte” era la frase con la que el periodista Ed Murrow despedía su programa de noticias y entrevistas en la CBS. La frase era el complemento de un editorial hablado en el que Murrow expresaba sin tapujos sus opiniones sobre la actualidad.


Buenas noches, y Buena Suerte acontece durante los primeros tiempos del periodismo televisivo en EE.UU, en la década de los 50. Es la crónica del auténtico enfrentamiento entre Edward R. Murrow, presentador de las noticias, y el senador Joseph McCarthy y el Comité de Actividades Antiamericanas. Con la firme voluntad de informar de los hechos e ilustrar a la audiencia, Murrow y su incondicional equipo hacen frente a las presiones corporativas y de los patrocinadores para examinar las mentiras y las tácticas alarmistas cometidas por McCarthy durante su "caza de brujas" comunista. Cuando el Senador reacciona acusando al presentador de ser comunista, se erige una enorme indignación pública. En este entorno de miedo y represión, el equipo de la CBS siguió adelante sin atender a quejas. Su firmeza finalmente valió la pena cuando el mismísimo McCarthy tuvo que presentarse ante el Senado y fue desposeído de poder una vez que sus mentiras y abusos quedaron por fin al descubierto.


El periodista Edward R. Murrow, quien se enfrentó públicamente, desde su espacio televisivo en la CBS (See it now) al senador republicano Joseph McCarthy, máximo exponente de la caza de brujas que, a principios de la década de los 50, amenazó a numerosos sectores de la sociedad norteamericana. En pleno estado de locura anti-comunista, cuando la persecución política y mediática de los sospechosos de colaborar con el enemigo se hallaba en su cima, Murrow y el productor Fred Friendly decidieron enfrentarse al senador McCarthy, haciendo evidente, con su gesto subversivo, varios de los principios éticos de la profesión periodística. Y es en la traducción fílmica de ese marco de actuación, en la dialéctica que propone entre la ontología cinematográfica y la periodística, en la que se construye el resultado triunfal de la película.


En esta película es necesario reconocer diferentes aspectos realmente importantes que caracterizan la cinta, Me refiero al empeño de la película por borrar todo elemento que escape al espacio físico, ideológico y de relaciones planteadas. Se delimita casi toda la acción a los estudios de la CBS y al pequeño núcleo personal que conforma el equipo de Murrow. Sin concesiones. No se representa la vida familiar de los protagonistas, el principal cliché con el que Hollywood acostumbra a ganarse la empatía del público.


Buenas noches, y buena suerte es una película sobre el periodismo, sobre la profesión de informar, y para ello se construye una película sin ramificaciones, sólo un tronco sólido y sobrio. No hay metáforas, la película reclama al espectador de forma directa, concisa, principalmente mediante la recreación de los discursos de Murrow en su programa. La palabra se funda en una ética profesional, de una moral personal, de un tiempo cuyos miedos concretan en nuestro presente. La palabra desnuda, como ejercicio primordial de honestidad por cierto, una palabra que la película nos deja bien claro que era meditada y escrita antes de ser lanzada al aire.


El reducido espacio escénico en el que transcurre la película se transforma en una caja de resonancia de las corrientes de opinión, de poder e ideológica que predominaban y predominan en Norteamérica y el mundo. Con ese objetivo, se manejaron con correcto satisfacción y prudencia las imágenes de archivo, las crónicas periodísticas y, en el apartado escénico, las omnipresentes pantallas de televisión, casi como fuentes de luz de los escenarios. Todo esto coincide en secuencias que tanto en sus diálogos como encuadres son una ventana abierta al mundo, factor que acentúa en todo momento el sentido de la responsabilidad que asume Murrow como lector, intérprete y portavoz de la realidad.
Uno de los focos de atención de la película son los códigos que regulan el periodismo televisivo. El guión, pone énfasis continuamente en la forma en la que el equipo de Murrow selecciona los materiales que muestra y en cómo los muestra. Hay una profunda e interesante reflexión sobre el ejercicio de informar, sobre la imposibilidad de la neutralidad. Qué y cómo se muestra una imagen lleva siempre implícito un posicionamiento, sea político, ético o ideológico. Esta reflexión en torno al periodismo se traslada al terreno cinematográfico.


La elección del blanco y negro parece solución obvia, fundamental para la conformación compacta de la película. Además de su utilidad como elemento conector de las diferentes imágenes (de diferentes fuentes televisivas), el blanco y negro parece la única estrategia posible para dar credibilidad y cohesión a los cara a cara de Murrow contra McCarthy, que se materializan siempre a través de pantallas de televisión. Además de que ubican al espectador en la época de los años 50.


Buenas noches, y buena suerte es una exposición de la visión actual. Por su valentía formal, por su brevedad y concisión, por su apuesta por un cine político frente al cine de buenos sentimientos, por su fe en la repercusión pública de los impulsos íntimos e individuales, por su reclamo de unos medios de comunicación capaces de enfrentarse al sistema, por su denuncia de las presiones de las grandes corporaciones sobre la libertad de expresión, por su renuncia a someterse a la cultura del miedo que extienden los gobiernos de todo el mundo. Es una película de voces que se cruzan, que pelean, que dicen y que a veces guardan, es una película sobre sacar la voz, sobre atreverse a disentir. Reflexiona sobre el compromiso y la libertad de expresión como experiencia vital, muestra la constancia de la valentía de unos profesionales de la televisión a quienes no les importa jugarse el puesto si ello supone no perder su identidad.
Lo que tenemos hoy es una programación cada vez más volcada con lo vacío y lo superficial. La televisión se ha vuelto, como predijo Murrow en algo banal, desperdiciando en algunas ocasiones su potencial informativo.


Esta película se ha convertido en toda una lección de periodismo de verdad, es llevada hasta el extremo. Me pareció muy bueno contemplar a este grupo de hombres que, desde su profesión, decidieran denunciar una situación anómala de pisoteo de libertades en su país aun a pesar de pagar por ello el precio de perder sus propios trabajos y de convertirse en elementos inconformes e incluso perseguidos en su propio país.

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